Tropieza la mañana al conocerle,
edita el orden, paz de cada día,
con un sorbo en la taza y su rutina
y un pedazo de pan para la leche.
Monocorde levanta las paredes
si se asoma la inercia en su capricho,
huellas hay de zapatos por el piso
de un cuerpo secuestrado por tu semen.
A la noche devuelve las ojeras,
que le tiñen de párpados los negros
e insomnes aves de las lunas llenas.
Sus ojos por gastados y maltrechos,
bien descansan debajo de las cejas,
si vuelven donde mojan lumbre y sueños.
Cometarii
Superb poem !